Prepararse para recibir los rayos de Sol


"El discípulo debe tener claramente consciencia de que sin el Sol no puede hacer gran cosa; de que tiene necesidad de estar en contacto con este poder luminoso, cálido y vivificante, de comprenderlo, de recibirlo. Para recibirlo bien, debe amarlo, experimentar ante él un sentimiento sagrado, profundo, puro, y, finalmente, exponerse físicamente a su luz y a su calor.

Pero el discípulo que quiere conectarse con el Sol no debe tener en la cabeza preocupaciones susceptibles de comprometerle en otra parte; su corazón no debe estar ocupado aquí y allá, sino concentrado en el Sol. Finalmente, debe estar suficientemente bien dispuesto físicamente para permanecer por lo menos una hora ante el Sol, en un estado de vigilancia. Hay, pues, tres condiciones: liberar el pensamiento, liberar el corazón, y, finalmente, estar en buen estado físico. Entonces puede concentrarse para recibir estos rayos, que están vivos, que son poderosos, ricos, e imaginarse que los recoge en las células de su cerebro, y, sobre todo, en el plexo solar, que es como un depósito susceptible de contenerlos durante todo el tiempo que quiera, y del que podrá extraerlos después, a medida que lo necesite.

Concentrándoos cada mañana en los rayos del Sol, que contienen todo aquello que podéis necesitar, no sólo mejoráis vuestra salud, sino que purificáis vuestros sentimientos e ilumináis vuestros pensamientos. Pero lo que no debéis olvidar jamás es que las cosas actúan sobre vosotros según la forma en la que las consideréis. Si consideráis que son útiles, mágicas, poderosas, las amplificáis. Sois vosotros lo que, con vuestro pensamiento, con vuestras convicciones, tenéis una influencia decisiva; sí, mucho más importante que los objetos o las condiciones.

Si asistís a la salida del Sol con la certeza de que vais a restableceros, a purificaros, a renovaros, ¿por qué no iba a dar resultados? Puesto que la fe está ahí, puesto que el pensamiento está ahí, tendréis resultados.

Los rayos de Sol son unas partículas muy pequeñas, inteligentes, que penetran en el cerebro y ayudan al hombre a comprender la creación y las criaturas. Nosotros tenemos necesidad de estos rayos, son nuestros amigos. Así que, de ahora en adelante, preparaos a comprender al Sol, a recibirlo, hasta el momento en que venga a instalarse en vosotros y brille con todo su esplendor. Entonces os convertiréis en una divinidad, porque igual que los cuatro elementos obedecen al Sol, obedecerán al Sol en vosotros.

Cuanta más importancia le dais al Sol, más actúa éste sobre vosotros para transformaros. Puedo hablaros todos los días sobre este tema, porque toda mi vida he hecho del Sol el centro de mi existencia, de mis preocupaciones, y a él es a quien he tomado como modelo."

Omraam Mikhaël Aïvanhov