13. Tejer


“Tejer” nos pone otra vez en relación con el aspecto femenino de las energías constructoras de la naturaleza. Ya sabemos que la materia viviente es un tejido de energías y vibraciones, y que está recorrida por innumerables corrientes. Esta circulación de energías está representada por los cruces que ejecutan los bailarines. De ese modo intentan integrarse armoniosamente en el trabajo incesante de la Madre Naturaleza que entrelaza las líneas de fuerza en el plano etérico.

Por otra parte, el movimiento de los brazos indica toda una actividad en el plano astral, una construcción según un ritmo regular, dinámico. Es parecido a la segunda parte de “Abrir”: una apertura, un intercambio, un ir entretejiendo los sentimientos más nobles y puros. Sí, en este ejercicio trabajamos en la edificación del corazón espiritual, corazón reflejo del alma, un corazón “puro como el cristal”. Todos nuestros momentos de inspiración, de maravilla, todos nuestros impulsos de amor, todos nuestros deseos de participación, de compartir, todos nuestros entusiasmos son los mejores materiales. Pero, ¡qué vigilancia y qué maestría supone esta construcción perfecta! En la vida cotidiana la obstaculizamos constantemente pues, a pesar de las decisiones tomadas y la buena voluntad, lento es el aprendizaje de la perfección. ¡Qué difícil es alimentarse sólo de sentimientos positivos hacia nosotros mismos, hacia los demás, hacia los acontecimientos! Pero la Enseñanza nos da los métodos para conseguirlo. Cuando descuidamos estos métodos, “tejemos hilos” en el plano astral inferior, haciéndonos tanto mal a nosotros mismos como a los demás. Cuando sentimos de manera negativa los defectos de alguien, nosotros emanamos una fuerza, un “hilo” que lo alcanza, pero ¡somos nosotros que tenemos el otro extremo del hilo! Es así que insistir en los defectos de los demás, es alimentarlos, reforzarlos… y quedarnos nosotros con la mitad. En virtud de la misma ley, admirar y regocijarse del bien es beneficiarse de él. ¡Esta es la actitud a cultivar para beneficiarnos!

Al menos, durante este corto instante de “tejer”, abrámonos totalmente a la visita de las Entidades Superiores, al río del amor desinteresado. Que brote de nuestro corazón y se prodigue sobre los demás con el gesto de nuestras dos manos. De esta forma nosotros mismos seremos bendecidos.