1. Despertar


“La Paneuritmia, dice el Maestro, comienza con el despertar de la conciencia. Llenando conscientemente nuestros gestos de sentido y de armonía, damos a las fuerzas luminosas la posibilidad de penetrar en nosotros, de tomar posesión de nosotros. Y nuestra paz, nuestra luz aumentan, porque en el organismo de la naturaleza viva todo está ligado”

Con los primeros gestos de la Paneuritmia expresamos el despertar de la conciencia a la idea de hacer intercambios, es decir, de captar las energías que nuestra Madre Naturaleza distribuye tan generosamente, de recibirlas con la simplicidad y la confianza de un niño con el corazón lleno de respeto y reconocimiento.

Absorbemos estas energías para poder elaborarlas en pensamientos más luminosos, en sentimientos más cálidos, en vida mas intensa. Es de esta manera como nos volvemos mas capaces de irradiar , emanar, vivificar y dar a todos, sin esperar otra cosa que esta alegría de dar, este bienestar increíble de haber entrado en el orden de las cosas querido por Dios.

El pensamiento y la imaginación tienen que acompañar el movimiento: “Yo me despierto a esta magnífica idea de hacer intercambios con la naturaleza que me rodea, con los árboles, con las montañas, con el cielo, el sol…”. Lo importante es acoger, alimentar, asimilar la idea de recibir y de dar.

La imaginación también puede mostrarnos haces de energías coloreadas que brotan de todas las manos, en un ballet mágico. Nuestras manos son antenas por excelencia, emisoras y receptoras. La varita mágica del mago no es otra cosa que la prolongación de su mano. Cada dedo emite una energía específica y coloreada según la cualidad del planeta con el cual está vinculado. Nuestras manos son extremadamente activas a lo largo de toda la Paneuritmia, y es bueno llegar a ser consciente de las corrientes que las atraviesan.

Me diréis: “¡Pero siempre hacemos intercambios! Cierto, nuestra vida depende de los intercambios que hacemos varias veces al día con los alimentos, con el aire varias veces por minuto, y no podemos vivir un segundo sin la corriente que alimenta el calor de nuestro corazón. ¿Acaso somos conscientes de ello? Muy poco. Es tan natural que ni siquiera nos damos cuenta… Constantemente tenemos relaciones con los seres y las cosas que nos rodean, en la familia, en la sociedad. ¿Pero escogemos nuestros alimentos, nuestros libros, nuestros amigos con conciencia y discernimiento? ¿Sabemos que sin cesar emitimos pensamientos, sentimientos, y que hacemos gestos que envían energías en los planos mental, astral y etérico? Estas energías, si están producidas por pensamientos y sentimientos negativos, harán grandes daños antes de volver para golpearnos, en virtud de la ley de causa y efecto. Pero si están cargadas de amor, harán maravillas en nuestro entorno y volverán hacia nosotros bajo forma de bendiciones.

Entre las numerosas riquezas de la Ciencia Iniciática, el Maestro ha elegido en primer lugar la manera de vivir. Es decir, que todas las actividades de nuestra vida, desde las más materiales a las más espirituales, tienen que ser ocasión de hacer intercambios conscientes y benéficos, con el fin de dar y recibir sólo aquello que es luminoso, cálido, vivificante, para nuestro bien y el de todos. Todo nuestro futuro depende de la buena comprensión de esta ley del intercambio.

Danzar el primer ejercicio de la Paneuritmia es abrirse a la conciencia de que nuestra vida está tejida de intercambios, y a la de que la calidad de estos intercambios determina la calidad de nuestra vida. Todo el tiempo que dura esta danza hacemos gestos armoniosos, sobre una música melódica, con los mejores sentimientos y pensamientos… Y recibimos del universo una respuesta correspondiente, que se infiltra en todo nuestro ser, que lo vivifica y que le permite irradiar de nuevo ¡Qué bien nos sentimos, qué felices somos! ¿Por qué no intentar prolongar el mayor tiempo posible este estado de gracia en nuestra vida cotidiana?