3. Dar


Si al principio de cada situación es prudente manifestarse con delicadeza, no hay que abandonar nuestro ideal sino, al contrario, sostenerlo constantemente con nuestros pensamientos y alimentarlo con nuestros sentimientos. Este es el sentido del tercer movimiento. Sus gestos son los del don recibido y del don ofrecido. Expresan que deseamos recibir la vida, la energía, elaborarla en nosotros y ofrecer los frutos en el plano mental, en el plano astral y hasta en el plano físico. Es la idea inicial de recibir y de dar la que se retoma, completada: el ideal de realizar intercambios en los tres mundos.

Me objetareis que, en la vida, uno no cesa de recibir y dar. Es cierto, pero, ¿sabemos discernir los móviles que se esconden detrás de los actos? La personalidad da, pero para engatusar un cliente, para seducir a una mujer, para atraerse la estima de un adversario… siempre con una segunda intención de sacar provecho. La individualidad, sin embargo, es desinteresada, rebosa como el sol, ama sin esperar nada a cambio, da gratuitamente… y por eso recibe gratuitamente.

Desde luego, no suprimiremos la personalidad, pero podemos trabajar para que emerja la individualidad. ¿Cómo? Acostumbrándonos a la idea de dar, para lo cual es importante darse cuenta de todas las ventajas. El Maestro nos presenta dos imágenes, la del manantial y la de la ciénaga. La ciénaga de la personalidad, donde todo lo que está guardado se descompone, se pudre y muere; el manantial de la individualidad, que continuamente se renueva y se purifica por si mismo, atrayendo la vegetación, animales, humanos…toda una organización de vida. Incansablemente el Maestro nos repite:” ¡No dejad nunca agotar vuestro manantial! ¡No dejad nunca de amar! Grandes son las ventajas para quien trabaja con la individualidad.

El Maestro Peter Deunov decía que los tres primeros movimientos de la Paneuritmia estaban particularmente concebidos para hacer nacer nuevas ideas y enviarlas al espacio.