Asociación FBU
“Ya ha pasado la época en la que, para evolucionar y trabajar en la propia salvación, se preconizaba vivir en solitario. Ahora estamos entrando en la era de la fraternidad. Los humanos ya no deben poner más barreras entre ellos, sino caminar juntos para crear en la Tierra una fraternidad universal en el seno de la cual todos los seres humanos formen una gran familia. Entonces las fronteras caerán y, en vez de hacer tantos gastos inútiles para protegerse los unos de los otros, los pueblos vivirán en la abundancia y en la paz.
Estas son las ideas que inspiran a la Fraternidad Blanca Universal, porque nuestro objetivo es desarrollarnos en todos los planos para convertirnos en ejemplos, caminando todos juntos, unidos por este amor que Dios ha querido que existiera entre todos los seres humanos. Nuestro ideal es vivir en armonía en la vida colectiva, porque en esta vida se hallan todas las bendiciones.”
Omraam Mikhaël Aïvanhov
“El ideal de la Fraternidad Blanca Universal es enseñar a los humanos a no trabajar más sólo para sí mismos, sino para el mundo entero...
Para que el organismo funcione bien y esté sano es preciso que las células trabajen en armonía, desinteresadamente, y no únicamente para sí mismas: el estómago no debe digerir sólo para sí mismo, el corazón no debe latir sólo para sí mismo… sino para el conjunto, para el bien de todo el cuerpo, del hombre entero…”
Omraam Mikhaël Aïvanhov
“La Fraternidad Blanca Universal es un poder que se extiende por todo el sistema planetario, y más allá. No hay que juzgar a la Fraternidad Blanca Universal por lo que es aquí, en la Tierra, un puñado de hombres que no siempre son sabios, ni lúcidos. La verdadera Fraternidad Blanca Universal, que está arriba, comprende a todos los seres más evolucionados; aquí, somos obreros que intentamos beneficiarnos de la luz y del apoyo de estos seres para realizar sus proyectos. Pero la Fraternidad Blanca Universal que está abajo debe convertirse en el reflejo fiel de la que está arriba y para ello es necesario que sus miembros sean cada vez más conscientes del privilegio de pertenecer a esta entidad sublime; porque, en cuanto penetran en este recinto luminoso, son invulnerables y las fuerzas hostiles se apartan para dejarles avanzar...”
Omraam Mikhaël Aïvanhov
Históricamente, la Fraternidad Blanca Universal es un movimiento que se inició en 1900, en Bulgaria, con el Maestro Peter Deunov (1864 – 1944). Hijo de un pope ortodoxo, destinado él mismo a formar parte del clero, cursó, en su juventud, estudios de teología, de música (fue el autor de muchos cantos sagrados) y de medicina, en Estados Unidos. A su vuelta a Bulgaria, en 1895, se encuentra con el rígido marco de las instituciones y de los dogmas de la Iglesia ortodoxa. A partir de 1900, empieza a dar en toda Bulgaria conferencias públicas en las ciudades y en los pueblos que infunden una vida nueva de misticismo y espiritualidad a las doctrinas cristianas tradicionales. Ayudado por un grupo de discípulos, organiza congresos y reuniones fraternales y, poco a poco, su movimiento es conocido en toda Europa. Esto preocupa a la cúpula religiosa de su país; ortodoxos y protestantes conspiran contra él (es acusado de herejía y excomulgado) y tiene que exiliarse en Varna, junto al Mar Negro, desde 1907 hasta 1919. Allí se encontró, en 1917, con Mikhaël Aïvanhov. A partir de 1919, Peter Deunov pudo reemprender su actividad pública de conferenciante.
En 1937, acercándose ya la Segunda Guerra Mundial y presintiendo las conmociones políticas que desembocarían en la prohibición de toda asociación de carácter espiritual en Bulgaria, Peter Deunov envió a Francia uno de sus discípulos, Mikhaël Aïvanhov, con el objetivo de preservar la Enseñanza, desarrollarla y difundirla por todo el mundo.
A lo largo de 50 años, desde 1937 a 1986, Mikhaël Aïvanhov prosiguió este trabajo y dio un notable impulso al movimiento pronunciando conferencias públicas en Francia y en otros países de Europa y, más tarde, de América del Norte.
La publicación de sus principales conferencias bajo la forma de libros, progresivamente traducidos a varias lenguas, ha permitido dar a conocer esta Enseñanza en el mundo entero.
No puede haber verdaderamente fraternidad sin aprendizaje de la vida colectiva vivida en un marco fraternal. Hubo que instalar, pues, una organización más “material” y se constituyeron Asociaciones sin ánimo de lucro en más de 30 países repartidos en los cinco continentes. En estos países se organizan regularmente, en los centros de las asociaciones, encuentros semanales y congresos, para permitir el descubrimiento, la comprensión y la puesta en práctica de esta Enseñanza. A quien desea participar en estas reuniones y congresos no se le hace ninguna pregunta relativa a su condición social, política o religiosa. Se le pide solamente que supere estas diferencias (de orígenes, de educación y de convicciones) para aprender a vivir fraternalmente. A quien se interese por profundizar esta Enseñanza se le pide, sin embargo, que lea los libros ya publicados, que responden, en gran medida, a las principales cuestiones que puede plantearse actualmente el ser humano.
Las actividades de los centros fraternales son “abiertas” y no tienen ningún carácter comunitario, ya que cada uno prosigue con sus actividades profesionales y familiares en el mundo. Durante los congresos, sin embargo, se establece una organización que permita la puesta en práctica de ciertos ejercicios colectivos.
Una jornada fraternal puede resumirse así: oraciones y meditaciones en común, ejercicios de gimnasia, comidas vegetarianas en silencio, canto coral, audición de conferencias grabadas de Omraam Mikhaël Aïvanhov. A lo que puede añadirse la preparación de las comidas, el mantenimiento de los locales, la jardinería y actividades artísticas.
En primavera y en verano, cuando el tiempo lo permite, las jornadas empiezan con la salida de Sol, momento privilegiado para la reflexión, la meditación y la oración. Y el domingo se baila la Paneuritmia, danza compuesta por Peter Deunov cuyos movimientos son de una gran armonía y sencillez.
Ningún rito acompaña los encuentros fraternales y no se establece ningún “grado” de jerarquía espiritual en la colectividad.