- Hacéis del amor una idea demasiado limitada

Hacéis del amor una idea demasiado limitada, demasiado estrecha y por eso sois desgraciados. Amáis a alguien, y quisierais absolutamente que correspondiese a vuestro amor, si no lo hace, sufrís. Pero ¿por qué tenéis que sufrir? No os preocupéis por saber si aquél a quien amáis también os ama. El amor debe circular, ir de unos a otros: lo recibimos, y debemos darlo. Lo que vosotros dais al ser que amáis, él lo da, a su vez, a aquél a quien ama, y de este modo se forma una cadena, una corriente, que parte de vosotros y que os vuelve amplificada a través de miles de seres. No digo que el amor no deba ser nunca recíproco, sino solamente que, si no lo es, no debéis por ello desesperaros. Por otra parte, aquellos que se contentan con devolverse mutuamente su amor sin tratar de extenderlo más lejos, rompen la corriente, y acaban dándose cuenta de que su propio amor se empobrece.