El espiritualista en la sociedad
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Comprender la paz (Extracto de la Colección Izvor nº 208)
¡Cuánta gente trabaja por la paz en el mundo! Pero en realidad no hacen nada para que esta paz se instale verdaderamente. Nunca han pensado que, en primer lugar, son todas las células de su cuerpo, todas las partículas de su ser físico y psíquico las que deben vivir según las leyes de la paz y de la armonía para emanar esta paz por la cual pretenden trabajar. Aunque escriben sobre la paz o se reúnen para hablar de la paz, siguen alimentando la guerra en ellos, ya que están luchando sin cesar contra una u otra cosa. De esta forma, ¿qué paz pueden aportar? En primer lugar, el hombre debe instalar la paz en sí mismo, en sus actos, sus sentimientos, sus pensamientos. Sólo entonces trabaja verdaderamente por la paz
Cambiando las mentalidades se cambiará el mundo entero (Extracto de las Obras completas, Tomo 20)
No se consigue transformar verdaderamente una sociedad con revoluciones. Tras cada revolución quedan los mismos desórdenes, las mismas deshonestidades, las mismas injusticias… Las víctimas y los verdugos han cambiado de campo, pero siempre hay víctimas y verdugos. Por tanto, los cambios no hay que introducirlos en el exterior, sino en las mentalidades humanas. Muchos trabajan para la felicidad del mundo, pero como no tienen nociones justas, sólo consiguen hacer agujeros en el agua. Los verdaderos progresos se llevan a cabo en el pensamiento, en el corazón, en el alma, y gracias a la luz. ¿Cómo queréis que los cambios sean eficaces si las mentalidades siguen siendo las mismas: egoístas, deshonestas, pérfidas? Hay que ocuparse de las mentalidades, porque cambiando las mentalidades se cambiará el mundo entero.
Cómo mejorar las cosas de forma duradera (Pensamiento del 31 de diciembre de 2002)
En todas partes escuchamos a gente que repite: “Hay que transformar esto… hay que cambiar aquello…” Y entonces, transforman, cambian… En un lugar se suprimen empleos, en otro se crea una nueva administración, aquí se suprime una frontera, allí se crea otra. Pero la historia nos enseña que estas transformaciones no son duraderas: algún tiempo después llega una ola que se lo lleva todo. ¿Por qué? Porque el impulso que presidió estos cambios no venía de arriba, de una exigencia del espíritu. Sólo lo que está fundamentado arriba, en el mundo del espíritu, es eterno. Lo demás es pasajero, transitorio. Así pues, cuando queráis mejorar de forma duradera una situación, debéis elevaros muy arriba al mundo del espíritu y, desde ahí, trabajar, rezar, hacer peticiones, crear imágenes que descenderán poco a poco para realizarse en el plano físico. Si sabéis desencadenar las fuerzas luminosas arriba, algún día todos los obstáculos serán barridos y un orden nuevo de armonía y de paz se instalará en la Tierra.
La paz es un trabajo colectivo (Pensamiento del 11 de enero de 2001)
Nunca se repetirá lo suficiente a los humanos lo importante que es crear hogares de luz y de paz para neutralizar las corrientes tenebrosas y caóticas que circulan por el espacio. Es tiempo de que aprendan cómo trabajan las fuerzas cósmicas. Sabéis cómo se calcula, en Física, la resultante de dos fuerzas; pues bien, esta ley no sólo es válida para el plano físico, también lo es para el plano psíquico. Si por un lado hay varios miles de personas que trabajan verdaderamente por el bien de la humanidad, mientras que otros miles de millones se ocupan solamente de solucionar sus propios asuntos, mostrándose egoístas, celosos, vengativos, ¿cómo queréis que triunfe el bien y la paz? También en este caso, los acontecimientos sólo serán la resultante de las fuerzas presentes. Diréis: “¡Pero las personas que quieren el triunfo del bien son más de varios miles!” ¡Sí, pero tan débilmente, con tanta desidia! Lo que quieren es encontrar la paz, la abundancia, la felicidad una buena mañana al despertarse, sin que ellos mismos tengan nada que hacer para que esta paz, esta abundancia, esta felicidad triunfen. Los humanos desean la paz, eso es cierto, al menos la mayoría de ellos… ¿Pero cuándo se darán cuenta de que con su codicia, su egoísmo, su comprensión limitada de las cosas, su inercia, sólo pueden atraer la guerra?
Transformarse para cambiar el mundo (Pensamiento del 14 de marzo de 2004)
Los humanos aún no han resuelto verdaderamente los problemas de la vida colectiva. Aunque externamente han formado naciones, organizado sociedades cuyos miembros se mantienen, y en las que todos están al servicio de todos y pueden beneficiarse de ello, interiormente siguen aislados, agresivos, hostiles unos con otros. No han sabido transponer al terreno interior todos los progresos que han conseguido en la vida material, práctica, en el ámbito de la organización y de la técnica. Por ello, a pesar de todos estos progresos técnicos, la humanidad sigue sufriendo los mismos males: guerras, miserias, hambrunas, opresiones, y en proporciones desconocidas hasta hoy. Los verdaderos progresos sólo pueden producirse gracias a un profundo cambio de las mentalidades. Los humanos deben sentirse unidos psíquicamente, espiritualmente, para conseguir formar la única sociedad verdadera: la fraternidad universal interior. Cuando cada individuo se esfuerce en alcanzar la consciencia superior de la unidad, las sociedades, los pueblos y las naciones empezarán a vivir en la paz y la libertad.
La importancia de trabajar sobre uno mismo (Svezda: “Vida y Enseñanza en Francia del Maestro Omraam Mikhaël Aïvanhov”)
“Generalmente la gente siempre espera que las mejoras que desean vengan del esfuerzo de los demás o de las condiciones externas. La enseñanza (la ciencia iniciática) revela y permite constatar la impotencia de cada ser para cambiar a otro o al mundo de fuera, al tiempo que nos descubre las grandes posibilidades que, por el contrario, poseemos en nuestro interior, gracias a los incesantes intercambios que nos unen al medio que nos rodea. Toda transformación de nosotros mismos, por pequeña que sea, conlleva cambios a nuestro alrededor.
Al menospreciar el trabajo sobre uno mismo, los humanos siguen sin poder encontrar una solución para los problemas individuales, sociales y planetarios de su existencia. Cada cual intenta actuar allí donde no puede obtener ningún resultado duradero, y olvida hacer esfuerzos sobre sí mismo. Esto da lugar a la propagación de una filosofía egocéntrica, la búsqueda de capitales materiales, la negación de las verdades espirituales, la irritación de unos con otros, la falta de confianza en nuestros hermanos humanos, causa de todas las guerras…
…Para los que ponen en práctica esta enseñanza, resulta evidente su importancia planetaria, porque aporta medios efectivos para realizar todas las nociones que han adquirido mentalmente y les indica cómo actuar manteniéndose conectados a las leyes de la armonía universal. Esto es lo que buscan todos los seres que desean el bien de la humanidad.”