24. ¡Estamos contentos!


“Este movimiento, dice el Maestro, nos ayuda a adquirir la estabilidad. Cada día, estamos tentados de decir: “Ya está bien. Ayer he hecho esfuerzos, he ido a la salida de sol, he hecho los ejercicios de gimnasia, he bailado la Paneuritmia, etc. Ahora, puedo descansar”. Esta es una tendencia natural, pero no hay que ceder, si no vamos a retroceder y sumergirnos en la antigua vida imaginándonos que así estaremos mejor. Durante cierto tiempo puede ser que nos sintamos más libres porque tendremos que hacer menos esfuerzos, pero esto no durará. “Entonces, cuando lleguéis a este movimiento: “Estamos contentos”, danzadlo con la conciencia de que os ayudará a vencer la tentación de retroceder y poco a poco os sentiréis a salvo”.

Los dos movimientos de este ejercicio son muy contrastados. El primero es recogido, interiorizado. Es un tiempo para auscultar nuestro mundo interior, para inventariar las riquezas adquiridas, para probar el ensanchamiento de nuestra conciencia, para reconocer la luz que ilumina cada cosa, para saborear la armonía que nos inunda, para percibir las maravillas de la vida.

La belleza que nos habita salpica el mundo exterior: los colores son más vivos, las flores más bellas, los rostros más amables…Todo es mucho más intenso. Nos sentimos invadidos por una inmensa oleada de amor, de alegría, de admiración, de reconocimiento. Nos sentimos animados por un poderoso deseo de participar activamente en esta vida siempre renaciente.

El segundo movimiento permite expresar con gestos amplios, flexibles, dinámicos, el entusiasmo surgido del fondo de nuestro ser. Es un impulso creador: actúa con las mismas fuerzas que “Belleza”, con líneas rectas en el plano vertical. Nos hemos dado la mano, nos hemos unido para actuar, y con el brazo que permanece libre intentamos acercar a los seres que están a nuestro alrededor.

Cuatro veces un periodo de preparación seguido de una expansión creadora, según la ley cósmica del flujo y del reflujo, de la inspiración y de la expiración. Nos sentimos de nuevo en el jardín del Edén, todos juntos, participando en el corro universal. Este estado de conciencia superior despierta en nosotros el recuerdo de nuestra vida original escondida tan profundamente en nuestra conciencia. Es en momentos parecidos cuando creo entender lo que dice el Maestro: bajando a las profundidades del subconsciente, es como el Iniciado llega a los grados los más elevados de la súper conciencia.

Al final de la “Creación” de Haydn, después de su dúo de amor, Adán dice a Eva: “¡Querida mujer, ven, sígueme!” Y pasean por el espléndido jardín alabando a Dios, y toda la creación y todas las criaturas cantan con ellos alabanzas al Creador… Haydn, de quien se dice que se postraba de rodillas cada mañana antes de componer esta obra, ha escogido la imagen del paraíso que todos mantenemos en el fondo de nosotros mismos y de la que nuestro Maestro profetiza la nueva realización.

Quisiera añadir algunas palabras. Algunas personas que tampoco aprecian los aplausos con los que se tiene la costumbre de obsequiar las interpretaciones artísticas en concierto, me han hecho una observación que he encontrado interesante y que me ha permitido ir más allá en la reflexión. En efecto, podemos notar la evolución de la expresión del agradecimiento durante la Paneuritmia. Durante “Aplaudir” y “Saltar” levantamos el brazo y aplaudimos. Es una expresión que tiene algo de infantil. Mientras que en “La alegría de la Tierra” y “Estamos contentos”, este impulso hacia el cielo, interpretado como una ofrenda, como una consagración, es el gesto de un ser maduro y consciente.

Recordemos otra noción que nos da la Enseñanza. Las energías benéficas que emitimos van a llenar los “depósitos del bien” y serán utilizadas en alguna parte del universo. Si queremos que sirvan a la Tierra, conviene consagrarlas, como nos lo enseña el Maestro, a la venida del Reino de Dios, a la realización de la Edad de Oro.