14. Pensar
Con el primer movimiento, procuramos entrar en contacto con las Entidades y las fuerzas del plano mental superior. La cabeza girada y la mirada que va muy lejos expresan esta intensa aspiración. El plano causal es el plano de la sabiduría, de la inteligencia de las leyes y de las estructuras. Es allí donde se encuentran los arquetipos, es decir, las formas originales de las cuales los Iniciados han tenido revelación en sus meditaciones y sus éxtasis. Y es hacia este plano hacia el que tenemos que buscar elevarnos para cambiar nuestro destino poniéndolo en acuerdo con el plan deseado por Dios. La mayoría de nosotros todavía no estamos allí. Necesitamos, como nexo entre este conocimiento y nosotros, la enseñanza de nuestro Maestro, así como el estudiante necesita la ciencia de sus profesores antes de poder él también hacer descubrimientos. Nos preparamos a esta posibilidad abriéndonos a la luz, introduciéndola en nosotros,” tejiéndola” en nosotros. Es el mismo trabajo que en el ejercicio precedente, pero en el plano mental: trabajo sobre el intelecto, intelecto servidor del espíritu, “luminosos como el sol” ¡Y con los mismos obstáculos que en la vida diaria, ya que el intelecto ordinario es tan orgulloso…! Ahora bien, “Dios se opone a los orgullosos y lo da todo a los humildes”.
Este es, pues, el espíritu en el que se puede bailar “Misli “: Entidades del plano causal, yo me uno a vosotras, me abro a vuestra luz. Ya no deseo vivir mi vida , quiero vivir la vida que Dios ha previsto para mí. ¡Iluminadme, guiadme! Mientras no sepa ver claramente por mí mismo, hacedme hacer lo que debo para la Gloria de Dios y el bien de todos. Dadme una nueva inteligencia, para que yo pueda” pensar justo”. Yo me esforzaré en someterme a vuestras directrices”.
Como buscar el verdadero conocimiento no es permanecer en la teoría, con el movimiento de los brazos de la segunda parte del ejercicio mostramos que procuramos realizar este ideal. Hemos recibido la luz y “amasamos la pasta” de nuestra vida. Este es el verdadero camino para la maestría del plano astral: como el viento levanta y esculpe olas y olas, la calidad de nuestros pensamientos modela la de nuestros sentimientos. “Mantén pensamientos sagrados hacia la vida” dice el canto.
Los tres movimientos de “krepi” se pueden interpretar según la fórmula dada por el Maestro Peter Deunov:
“Pon la bondad como base de tu vida,
la justicia como medida,
la sabiduría como límite,
la verdad como luz
y el amor como deleite.”
La sabiduría como límite, es el círculo protector del aura. Lo reforzamos con las energías luminosas recibidas del plano causal. Ya que “Misli” es un ejercicio de luz, un vínculo con Hod, la séfira del saber, que permite comprender verdaderamente. Esta luz actúa, entra en nosotros e irradia, neutralizando las corrientes de las tinieblas que nos asaltan.
Seguramente habréis hecho esta experiencia: estar habitado por pensamientos elevados minimiza todo tipo de pequeños incidentes de la vida cotidiana. Allí donde otras personas brincan, molestos, ultrajados, o se hunden en la pena, nosotros ni siquiera tenemos ganas de reaccionar. Y algún día nos convertiremos como el tercer yogui… ya sabéis, aquél que ni siquiera sintió la bofetada que le habían dado (ver nota al final del comentario) ¡Y de cuantas corrientes negativas somos protegidos! Pero no somos conscientes de ello.
La lección es fácil de sacar: el primer yogui todavía pertenecía a la categoría de los humanos ordinarios que responden invocando la justicia pero que, desgraciadamente, se dejan arrastrar por la injusticia. El segundo yogui hace parte de aquéllos que han aprendido a dominarse porque han reflexionado sobre las consecuencias de sus actos; se dicen a sí mismos: “No merece la pena, si no voy a embrollar las cosas otra vez”. Y con respecto al tercer yogui, es tan evolucionado que ni siquiera siente la injuria.
Nota:
Tres yoguis habían ido a meditar en el bosque: querían llegar a ser perfectos. Un hombre pasa y, encontrando el primer yogui en su camino, le da un golpe. ¡Aquél se levanta… y le devuelve dos golpes! Como podréis ver, la perfección todavía estaba lejos, y la historia no dice si retomó su meditación. Continuando su camino, el hombre se encuentra con el segundo yogui y también le da un golpe. Aquél se levanta para devolvérselo, pero de repente, recobra el dominio de sí mismo y vuelve a sentarse. ¡Él por lo menos había aprendido el dominio! En cuanto al tercer yogui, cuando recibió el golpe ni siquiera se dio cuenta y siguió meditando tranquilamente.