23. Bello Día
En tanto que vivimos sobre la Tierra, necesitamos un buen sistema nervioso para soportar las vibraciones de la vida espiritual, pero también y sobre todo para soportar las relaciones con nuestros hermanos humanos. Sin duda, es por lo que, con mucha ocurrencia, el Maestro Peter Deunov ha situado aquí “Bello día” diciéndonos que este ejercicio refuerza el sistema nervioso, desarrolla la voluntad y da la facultad de juzgar nuestras acciones y rectificarlas.
Es cierto que este ejercicio exige concentración, control de sí mismo y flexibilidad para poder mantener el equilibrio, sobre todo cuando uno levanta la mano o gira el busto.
Lo que hay que entender, parece ser, es que las facultades que se ejercen aquí, en el plano físico, son sumamente útiles y preciosas para salvaguardar nuestro equilibrio interior. Incluso si hemos alcanzado un cierto nivel en la vida espiritual, es ilusorio creer que podremos mantenernos en él sin esfuerzo. Todas las posibilidades, todas las tendencias inferiores permanecen en nosotros y pueden despertarse a la más mínima falta de atención, al más mínimo descuido y corremos el riesgo de volver a caer constantemente. Mantener nuestro buen estado interior es todo un trabajo; ahora bien, es de él justamente de lo que depende nuestro sistema nervioso. Con armonía y calma internas es increíble lo que podemos soportar, aunque reaccionamos diferentemente si estamos perturbados. Todos hemos vivido esta experiencia.
“Velad y orad” dicen las Santas Escrituras. En sus conferencias, el Maestro ha insistido mucho sobre la necesidad del discernimiento y la vigilancia. “Tenéis que saber en cada momento de dónde vienen vuestros pensamientos y vuestros sentimientos, cual es su naturaleza y bajo qué impulsos actuáis. ¡Remediadlo inmediatamente si es necesario!” Y el medio para poder remediar se encuentra en la oración, en el vínculo mantenido con la Fuente, con las entidades espirituales, con nuestro alto ideal… Se levanta varias veces las manos durante una parte de este movimiento. Ningún gesto está desprovisto de significado, podéis comprobarlo de nuevo.
A continuación, hay como un recuerdo de la experiencia vivida en “Conocerse”, la de la fraternidad de las almas y de su participación, diferente pero complementaria, en el trabajo colectivo. Nos volvemos a mirar, nos sonreímos, nos unimos el uno al otro, somos felices.